El cuarto trastero y la despensa | La Lupa

RM Castilla 1 – 2 Real Zaragoza

Tras la oxigenante victoria frente al Tenerife, se escuchó por prensa, foros y redes sociales algún comentario en torno a la aparición de unos pretendidos “brotes verdes” en el juego zaragocista; quienes ya llevamos varias décadas siguiendo a nuestro club nos mostrábamos bastante más escépticos al respecto. Tras la segunda victoria zaragocista en Liga –bienvenida sea a pesar de todo- nos queda claro a casi todos que la tremenda crisis de juego y credibilidad futbolística que asola al Zaragoza desde que empezó la Liga, sigue implacablemente instalada, sin que se vea una salida a una situación que más que una mala racha aparenta ser un pozo negro, un túnel oscuro, un callejón sin salida. Evidentemente las penas con pan lo son menos y algo atenúa este camino de tortura la realidad de haber encadenado dos victorias.

Tras el aún reciente cierre del mercado de fichajes, esa noche que desde hace años sólo alimenta decepción en los corazones zaragocistas, alguien volvió a recordar con indiscutible acierto la mítica frase de Rafa Benítez en sus tiempos de entrenador valencianista: “Pido una mesa y me traen una lámpara”. El laureado míster madrileño protestaba con ironía ante la llegada del uruguayo Cannobio, un tipo de jugador que no reunía las condiciones que pretendía cuando en su día había solicitado mejorar su plantilla. En el Zaragoza de nuestras penas tenemos a rebosar un cuarto trastero que parece haberse llenado con lámparas, mesillas, ceniceros, percheros, escritorios y algún que otro “galán de noche”. Y en ese cuarto trastero, un auténtico “safareig” que dirían los catalanes, estuve pensando mientras veía deambular por el campo al equipo de mis amores, que el sábado dio una auténtica “lección” de impotencia e ineptitud frente a unos cachorros merengues ingenuos, nerviosos e inofensivos. Me acordé de Rafa Benítez tras ver a Cortés sacando los “higadillos” al primer sprint, a Movilla corretear sin sentido por su zona, a Paglialunga mostrándose incapaz de sacar un balón controlado, a Cidoncha convertido en un alma en pena o a Barkero incapaz ya no de apuntar lo que en su día fue. A estas alturas me temo que el problema del Zaragoza ya no es poner en condiciones a jugadores traumatizados por un descenso, con motor diesel o necesitados de coger experiencia, porque unos parecen ya viejas glorias, otros no dan más de sí y el resto no dejan de ser piezas sueltas de un motor desvencijado.

Si uno observa en que ha quedado la plantilla zaragocista tras las bajas, los traspasos baratos y las oscuras rescisiones ocurridas en verano, puede comprobar cómo estamos ante un equipo descompensado, con una dolorosa ausencia de calidad en los puestos más importantes, solamente un central de mínimas garantías, una banda derecha que es un agujero y un centro del campo absolutamente demencial, donde unos porque no saben y otros porque no pueden nadie es capaz de elaborar un fútbol simplemente de “abecedario”. Y así, en junio se nos hablaba de Mario Paglialunga como el fichaje del año –no dejaba de ser extraño que nadie nos lo disputara-, en verano llegó Cidoncha que parecía iba a jugar por decreto, José Mari tan pronto es titular como se queda en la grada y Movilla pasa de jugador para media hora a único titular indiscutible… en intuyo que “viceversa”. En ataque parece que Henríquez ofrece plenas garantías, lo que no excluye que muchos sospechemos que en esa zona se ha fichado más en plan oportunidad que buscando las reales necesidades del equipo, y temamos que una posible lesión del chileno, sumado a las seguras ausencias por convocatorias de la selección, nos devolverán al trastero.

Existe cierta unanimidad en considerar a Diego Rico una de las pocas noticias positivas de este cruel mes de septiembre. El descubrimiento de este burgalés que terminó de hacerse en los equipos inferiores del club nos da la pista de una realidad que los últimos técnicos que han pasado por el banquillo zaragocista han pasado por alto, la de que los jugadores del filial, si poseen la calidad mínima exigible, pueden ofrecer en determinados casos soluciones adecuadas, además de un plus de entrega, compromiso e ilusión. Si en el trastero no encontramos más que objetos inservibles, no estará de más acudir a la despensa, donde frecuentemente la familia guarda material que supla carencias y descuidos. Así, quienes siguen al filial nos hablan de centrocampistas con criterio como Tarsi y Tierno, laterales con recorrido como Roy, un par de extremos con nombre y apellido: Robert Simon y Pablo Moreno y un par de goleadores que prometen como Diego Suárez, que se salió en la pretemporada y Juan Esnaider, un nombre que lo dice todo por estos pagos. Ya sabemos que los entrenadores tienden a la precaución y los miedos cuando de dar oportunidades a los jóvenes se trata, pero no parece que sea una osadía afirmar que a la vista del rendimiento de la mitad más uno de quienes vienen siendo titulares prácticamente indiscutibles, es hora de empezar a explotar la opción de contar con quienes dominan sin discusión el grupo aragonés de tercera.

Eso sí, por limitada que sea la plantilla zaragocista, no encuentro excusas para justificar el poco criterio que, al menos en apariencia, está mostrando Paco Herrera. Mientras veía a unos jugadores desluciendo la histórica zamarra avispa en el campo de un filial, me preguntaba qué quería el míster catalán, si seguir jugando al toque, si controlar al rival tras adelantarse en el marcador y matar al contragolpe o si resignarse a aguantar “a la heroica” la mínima victoria; mi conclusión final fue que los once jugadores que estaban en el césped del “Alfredo Di Estéfano” se limitaban a jugar “a ver que pasaba”. Herrera nos aseguró que tenía equipo para cumplir objetivos, ahora no tiene excusas para justificar lo contrario; él es el responsable inmediato de que el equipo dé la mínima imagen exigible y para ello ha de buscar soluciones y ser valiente para ponerlas por obra: en estos momentos está cuestionada por la mayoría de la afición, la misma que está dispuesta -¡faltaría más!- a rectificar su opinión, aunque por ahora pocos motivos ha dado para ello.

Se ha saldado la semana con una victoria, y tendremos que admitir que no es poco. El partido del sábado dejó alguna pincelada positiva: el mencionado buen rendimiento de Rico, el paso adelante de Álvaro González, la confirmación de que Ángelo Henríquez es un atacante con recursos y la “jugadica” de Acevedo, un buen pase a Víctor que no dice mucho, pero que aún deja pendiente la valoración de un fichaje en el que nadie confía. Cabe añadir que a uno le dolería que se siguiera hablando de Víctor Rodríguez como un jugador para la última media hora… para un mueble que tenemos en condiciones.

Por Falçao

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