El día más largo | La Lupa
Las Palmas 2 – 0 Real Zaragoza
“El día más largo” es el título de una película que narra lo que sucedió aquel 6 de junio de 1944, el día previsto para el desembarco de los aliados en Normandía en la segunda guerra mundial. Millones de personas en Europa esperaban ese desembarco, aunque no sabían cuándo ni dónde iba a ser. Muchos soldados murieron aquel día, en ambos bandos. Aunque fueron rechazados en varios puntos, al final los aliados consiguieron llegar, y el resto ya es Historia. Para los zaragocistas, el domingo 21 de junio fue el día más largo, aunque afortunadamente, no estemos hablando de guerra, sino tan solo de fútbol.
Fue nuestro día más largo porque fue un día de nervios, de espera infinita. Un día que fue largo porque en un día lo vivimos todo: la ansiedad de que llegase el partido, el final de un año entero que se resolvió en un instante, y tras la derrota, tras la pérdida de lo que tan cerca estuvo, fue también la noche más larga, la más amarga.
En un día, un año. Un año que empezó en un verano de pesadilla, con un equipo y un club destruido. La bestia se marchaba dejando tras de sí una herencia envenenada. Cuando algunos con un poco de cordura decidieron tomar las riendas del club, el panorama era desolador. Poco a poco se fue levantando un equipo, y aún con pocos recursos, se empezó a competir en segunda división. A rastras, trastablillando, con un cambio de entrenador, aún así se fue yendo hacia delante. Casi todos los jugadores demostraron alguna vez ser buenos, pero parecía imposible que todos lo hicieran bien a la vez. Las lesiones y la irregularidad hicieron que el equipo no diera más que para alcanzar el sexto puesto, y por los pelos. Lo justo para jugar una promoción a Primera división, en la que acaeció la conversión del equipo, y se superó una eliminatoria imposible. Tras ella, la eliminatoria final, con un partido de ida memorable. Solo quedaba un paso: una final sin antes ni después. El partido más importante.
Desde el primer momento el rival, Las Palmas, espoleado por su público, puso sobre el césped todo ímpetu y corazón. Su teórica superioridad se hizo realidad, acorralando a nuestro Real Zaragoza que, aún contrahecho, intentaba lanzar algún zarpazo a la contra. Pero justo cuando el asedio parecía remitir, llegó el primer gol. En la segunda parte, El fútbol fue más feo y más espeso. El reloj parecía correr con el freno puesto. Los blanquillos no sabían o no podían sacar el balón jugado, no se llegaba al área, no había tres pases seguidos. Todo era tan desesperante como comer arena. Llegó un momento en el que solo quedaban diez minutos. Llovían ostias y estábamos llegando…pero solo era una ilusión. En un segundo, un gol fatídico, y adiós.
Hemos vivido finales de Copas de España y de Europa, hemos vivido partidos decisivos por la permanencia, hemos soñado y hemos esperado. Hemos llenado trenes y pintado estadios. Hemos vivido hechos excepcionales –milagros, dirán algunos-, y todo eso ha enriquecido nuestras vidas. También lo esperábamos ahora, pues ascender tras el año que hemos pasado, sí que hubiera sido algo tintado por el barniz de los prodigios, un hito que colocar en el escaparate de nuestra Historia.
Nos volveremos a levantar, no lo dudemos, y lo que no ha llegado hoy, llegará mañana. Desde ya, hay que empezar a trabajar en ello, para volver a la Primera división de forma real, no solo como si fuera un sueño. Aunque no haya podido ser como queríamos, hay cosas que no debemos olvidar. Esto que hemos vivido, aún siendo parecido a otras proezas, era diferente. Nunca, al menos hasta donde alcanza mi recuerdo, se había levantado en tan poco tiempo una corriente de ilusión y esperanza tan masiva entre el zaragocismo. Serán los años ominosos, será la gente que custodiaba en silencio el corazón el león para sacarlo en el momento justo. No sé qué recordarán otros cuando vuelvan su memoria hacia estos días. Yo recordaré una tarde de domingo en Gerona, y una tarde de miércoles con mis amigos y con mis hijos, en una Romareda repleta, rugiente, y feliz.
Por Ron Peter
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