El raciocinio y la creatividad del ser humano, que se suponen hechos diferenciales con el resto de bestias de la naturaleza, han permitido a nuestra especie, a lo largo de la Historia, conocer el entorno y mejorar la adaptación al mismo, usando los recursos naturales para provecho propio. En la ficción siempre resultan más atractivas las historias en las que el ingenio es aplicado de forma individual y exclusiva al desarrollo y mejora del artilugio. Surge entonces, al igual que entre el artista y su obra, un vínculo. Es la asociación entre el inventor y su invento, entre el Doctor y su máquina. Son historias no exentas de frustraciones. El éxito, lejos de ser moneda común, es más bien puntual y esquivo, y siempre fruto de un arduo trabajo. Desde ese Doctor Frankenstein y su vano intento de crear vida a partir de restos de cadáveres, pasando por Mister Fantástico dándole al seso en su encierro en el edificio Baxter, hasta el más moderno Emmet Brown, alias “Doc”, con su incansable afán de regresar al futuro en el Delorean.
Desde que cogió las riendas del equipo hace algo más de un año, Victor Fernández Braulio fue buscando entre las piezas existentes la mejor componenda posible y tras superar el agobiante curso pasado, afrontó esta temporada con una serie de ideas en la cabeza que ha ido intentando llevar a la práctica. No siempre contó con las piezas solicitadas, y no siempre estas funcionaron como él quería. El desgaste, las roturas y otros problemas impidieron que la máquina funcionase con un alto rendimiento. Pero todo sirve para mejorar. Y poco a poco, a base de recambios adecuados, de adaptaciones diversas, de ensayo y error, el conjunto se va ensamblando y acercándose al equilibrio.
Hoy en día el Real Zaragoza es una máquina que avanza, que presenta una solvencia de la que antes carecía. No está a prueba de fallos, por supuesto, pero es una versión mucho mejor que aquella que nos producía tanta inseguridad y desazón. Hoy el equipo sale a cualquier campo a ganar, sabedor de que ese es el camino correcto. Y sale a funcionar con una buena base defensiva que sabe amortiguar los golpes contrarios, con un motor de frecuencia variable que acelera o frena según conveniencia del resultado, y con unas garras arriba que saben perforar.
En Elche, ante un equipo con una buena dinámica, se hizo un buen partido, mostrando agilidad y ambición. El resultado podría haber sido incluso más holgado, pero también se pudieron haber perdido dos puntos en la última jugada. Así es el fútbol. Una nueva y gratificante victoria fuera de casa.
Poco a poco las nuevas piezas se irán acoplando y mejorando el conjunto. Culminado el segundo tercio de la liga, la hora de la verdad se acerca. De momento, después de adversidades y vicisitudes varias, la máquina del Doctor Fernández se ha colocado, a base de constancia, mejora y equilibrio, en segunda posición de la tabla. Ahí está el camino.
Por Ron Peter.
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