1971-72 (2): La breve etapa de Rosendo Hernández

RosendoHernandezRosendoHernandez2RosendoHernandez3
Rosendo Hernández González

El capricho del calendario quiso que el primer partido del campeonato se jugara en campo del club que había acompañado al Zaragoza en el triste viaje del descenso: el estadio de Altabix de Elche. El equipo ilicitano había sufrido una importante renovación; para intentar dirigir al equipo de nuevo a primera, se había contratado a Roque Olsen, un entrenador experto y que parecía una garantía en el banquillo. Del viejo Elche que había hecho historia en durante casi una década quedaban los internacionales Canós y Vavá y el medio volante Llompart, habiéndose fichado un ramillete de buenos jugadores: el portero Valentín Mora, del Barcelona, Montero, un volante paraguayo que dio un gran resultado, dos jóvenes atacantes de la cantera del Barça: Sitjá y Chiva, autor este último de 18 goles con el Barcelona Atlético la temporada anterior, y Melenchón, delantero que con el Cartagena había sido máximo goleador del grupo IV de la Tercera División. También se contaba con un joven jugador local, Alvarito, quien acabaría triunfando en 1ª división, aunque para ello tuviera que irse al Rayo Vallecano. También destacaban en el equipo el central paraguayo González y el interior Romea, nacido en Ejea de los Caballeros y que había llegado a jugar en el Barcelona.

El debut no fue bueno, cayendo el equipo por 1-0, con un solitario tanto de Alvarito marcado en el primer tiempo que el Zaragoza no fue capaz de nivelar. Rosendo Hernández sacó un equipo bisoño, con un centro del campo formado por jugadores jóvenes e inexpertos: Lacruz, Bustamante, Molinos,…. y una delantera roma (Galdós y Totó). La defensa mantenía el tipo, pero al equipo no se le veía la consistencia necesaria para garantizar el necesario ascenso.

El equipo no había respondido y ya se empezaban a escuchar las primeras críticas hacia su entrenador; Rosendo Hernández estaba depositando su confianza en jugadores aún inexpertos, mientras dejaba en el banquillo a puntales como Javier Planas o ni siquiera contaba con hombres de la talla de Ocampos o Luís Costa.

El siguiente rival era el Racing de Santander, que iba a visitar una Romareda que se preparaba después de muchos años de gloria para volver a ser escenario de un partido de la división de plata. El equipo cántabro, que había empatado su primer partido ante el Pontevedra en El Sardinero, era por aquella época un conjunto flojo, destinado a sufrir para mantener la categoría. Sus tres mejores jugadores: el portero Corral, el extremo Aguilar y el ariete Santillana se habían marchado al Real Madrid y no contaba en sus filas con sustitutos de ese nivel. En la referida operación de venta de jugadores, habían entrado tres jóvenes valores de la cantera madridista: los laterales De la Fuente y Espíldora y Barba, un fino centrocampista que había sido capitán del Real Madrid juvenil, había ascendido la temporada anterior con el Betis y cuya carrera quedó en su día frustrada, ya en primera con el Racing, por una lesión de corazón. Destacaban también el portero Santamaría, el fornido central Chinchón, el medio volante Díaz y el interior izquierdo Portu, todos los cuales tendrían relevancia en el ascenso del equipo a primera, evento que se produciría una temporada más tarde. Su entrenador era Fernández Mora, un histórico de la casa y al que aún quedaban muchos triunfos que disfrutar con su equipo.

Para este partido, Rosendo Hernández volvió a confiar en casi todos los jugadores que habían salido de titulares en Elche, si bien incluyó al veterano Luís Costa para que aportara experiencia al equipo, a la vez que para el extremo zurdo cambiaba de sudamericano y Martín sustituía a Totó.

El equipo resolvió la prueba sin ningún problema, imponiéndose con toda comodidad al Racing por 3-0; Javier Galdos comenzó a demostrar su olfato de gol, marcando los dos primeros tantos, mientras que Violeta cerraba la cuenta. El partido no tuvo historia y el equipo se mostró muy superior a su rival, pero al mismo tiempo, muy poco brillante. Hubo aspectos positivos, como la seguridad defensiva y la aparición goleadora de Galdos, pero, a la vez, había muchas cosas que no funcionaban bien: el centro del campo no respondía como se esperaba y García Castany se mostraba fallón y frágil de moral, mientras Lacruz no acababa de dar la talla, posiblemente por no jugar en su puesto.

La semana fue moderadamente tranquila, pero seguía habiendo inquietud: empezaban a correr rumores de mala relación entre entrenador y jugadores y el siguiente domingo se visitaba a uno de los gallitos de la categoría: el Castellón ….. el tiempo no tardaría en demostrar que los temores eran aún más justificados de lo que parecían.

El Castellón era, efectivamente, un rival de cuidado; la temporada anterior ya había presentado sus credenciales acabando en sexto lugar y quedándose tan sólo a 5 puntos del ascenso. Para dirigir al equipo habían fichado a un entrenador de postín: el francés Lucien Muller, y a su disposición se había puesto un equipo muy serio. Para la portería había llegado ese mismo verano el veterano Araquistaín, exmadridista que formó parte del equipo que había ganado la última Copa de Europa que reposaba en las vitrinas del equipo merengue. La defensa era sólida y experta, con el también exmadridista Babiloni, el veterano capitán Cela y el duro central canario Oscar como puntales, en el centro del campo destacaban los locales Cayuela y Ferrer, un medio centro que con el tiempo se fue al Español, y habían conseguido un fichaje de postín: Planelles, una de las joyas de la cantera del Real Madrid, cedido por los blancos; la delantera era de auténtico lujo, con Manolo Clarés como estandarte, un auténtico matador del área que jugaría en el Barcelona de Johann Cruyff; junto a él destacaba Leandro un fino interior izquierdo con olfato de gol, Félix, un gallego que jugaba de falso extremo zurdo y al que sobraba calidad que acabaría en el Celta de Vigo, donde ahora es el director técnico y Miguel Planas, fichado ese año del Calella, donde había marcado 17 goles, hermano mayor del zaragocista y salido de la cantera aragonesa. A todos ellos había que añadir un excelente elenco de jóvenes jugadores levantinos que completaban una plantilla diseñada para subir: Figueirido, Corrales, Tonín, ….

plantilla_castellon_70

Jugadores del Castellón (Los del centro son Clarés y Félix)

El partido fue un completo desastre; el Zaragoza naufragó de principio a fin y fue barrido sin piedad por los castellonenses, quienes dejaron en evidencia a un equipo al que no se veía capaz de responder a la única exigencia que podía tener en la temporada: el regreso a primera. Ya no quedaba ni la seguridad defensiva, jugadores que debían de ejercer el liderazgo del equipo –García Castany, González, Rico, …- navegaban como almas en pena, y apareció con claridad por vez primera el claro divorcio entre el entrenador y la estrella del conjunto, Violeta, que acabó siendo sustituido. Clarés hizo un hat-trick, mientras Leandro y Félix completaban la manita; Galdós marcó el gol zaragocista, el cual no salvaba ni el honor.

El desencanto entre la afición zaragocista fue superlativo, la semana siguiente se convirtió en un mentidero de rumores y negros presagios, mientras en la prensa los comentarios eran más negativos que nunca. «Zaragoza Deportiva», auténtico barómetro del estado del zaragocismo comenzaba a plantear la necesidad de un movimiento de timón que debía afectar, como suele ocurrir, al mister del equipo. A su vez, la directiva imponía una fuerte sanción económica a la plantilla por entender que no se había comportado con la mínima profesionalidad exigible en el partido de «Castalia».

El siguiente domingo el Pontevedra visitaba La Romareda en un partido que se consideraba fundamental para enderezar el rumbo y se convertía en la última oportunidad para Rosendo Hernández.

El Pontevedra, en condiciones normales, no podía ser rival para los blanquillos; era un equipo que había permanecido varios años seguidos en primera, en aquellos tiempos del «hay que roelo», pero ya llevaba dos temporadas en segunda y no se había reconvertido, formando parte del pelotón de los mediocres de la división intermedia. En su plantilla no había jugadores de gran relevancia: sus estrellas eran Plaza, un buen interior zurdo salido de la cantera soriana y el goleador Carballeda; en nómina figuraban también dos jugadores que acabarían destacando en primera, si bien entonces no eran titulares: el asturiano Rubial, un velocísimo extremo que pertenecía al Real Madrid y que al año siguiente llegaría al Zaragoza y el medio defensivo Geñupi, que cubriría excelentes temporadas en el Racing de Santander; el resto del equipo estaba formado por discretos jugadores de la cantera (Bea, Norat, Clemente, Ardao….) o retales de equipos de primera división como el ex sevillista Hachero y el ex valencianista Huerta; los fichajes que habían llegado en verano carecían de relevancia: Pataco, joven promesa frustrada del Atlético de Madrid, Masferrer, extremo catalán y el regreso de Antonio, un buen medio volante que en su día había traspasado el Pontevedra al Sevilla, donde apenas jugó y que acabaría falleciendo pocos meses después en un trágico accidente de tráfico. Al mando del equipo estaba Juncosa, un entrenador de larga experiencia en equipos secundarios y que el año anterior había ascendido a 1ª al Córdoba.

Para el partido frente a los gallegos Rosendo Hernández se decidió a hacer la revolución, si bien no está claro que lo hiciera con el acierto y el equilibrio necesario. Confío por vez primera en dos extremos natos: el argentino Martín y el brasileño Totó y otorgó la titularidad a Duñabeitia, que siempre solía cumplir ….. todas estas decisiones entraban dentro de lo razonable, el problema es que, al mismo tiempo, se le ocurrió sacar de su sitio a dos jugadores fundamentales, colocando a José Luís Rico, que siempre había sido lateral derecho, como medio volante y a Violeta …. como ¡interior derecho!….. daba la impresión de que el divorcio entre el entrenador canario y el león de Torrero estaba consumado.

El equipo fue recibido con una sonora pita y el partido comenzó en un ambiente tenso que se reflejó pronto en los jugadores, a quienes se veía con muchas ganas de agradar, pero nerviosos y precipitados. No obstante, mediada la primera parte el equipo pareció sentenciar el encuentro con dos goles muy seguidos: un tremendo tiro lejano de Rico y un espectacular cabezazo en plancha de Martín. Parecía que se había hecho lo más difícil, y tras dos goles bonitos y con una diferencia importante en el marcador, se podían crear las bases de la necesaria reconciliación …. pero no fue así, pues poco antes de llegar al descanso, un fallo de Manolo Nieves permitió a los gallegos acortar distancias con un gol de Carballeda y devolver la zozobra al campo y a los espectadores.

La segunda parte comenzó con nervios, se veía a los jugadores sin rumbo y desquiciados; los peores presagios se cumplieron y, a los pocos minutos de la reanudación, un lejano disparo de Plaza sorprendió adelantado a Nieves y se coló por su escuadra: el partido estaba empatado y el equipo a al deriva. Rosendo Hernández tomó dos decisiones drásticas: quitó a Nieves, que abandonó el campo llorando, propiciando el debut de Manolo Villanova y sustituyó a Violeta por Molinos. Villanova realizó varias paradas de mérito que animaron al público y el equipo comenzó a empujar con más pundonor que criterio; de esta manera, en dos melés ante la meta gallega, Bustamante y Martín volvieron a crear distancia en el marcador, devolviendo así cierto sosiego a las gradas. Antes de acabar el partido Carballeda volvió a poner emoción con un gol de última hora, si bien ya no había tiempo para más sustos.

En la clasificación el Zaragoza tomaba oxígeno, pero la estabilidad interna y la confianza estaban muy lejos de recomponerse. Se estaba en el país en plena campaña de las elecciones a procuradores en Cortes por el tercio Familiar (una especie de simulacro de la famosa «democracia orgánica») y la portada del «Zaragoza Deportiva» del lunes fue elocuente: «…. ¿Y si «botásemos» a Rosendo Hernández?». La situación era insostenible, y así lo entendió la directiva, que cesó al canario y comenzó la búsqueda del nuevo mister: esta vez no podían permitirse el lujo de equivocarse.

Por Falçao.

aupazaragoza

Deja tus comentarios el foro de AupaZaragoza.com. El Real Zaragoza es nuestra pasión.

Comentarios

(required)