¡Aquellos viajes de 1932! (II)

En la epoca de nuestro peregrinaje por la tercera division en el año 1932, la seriedad de los clubs, era pura entelequia. Dejaban de acudir a un desplazamiento, por las buenas, sin aviso alguno, se retiraban de la competicion de la forma mas simple; y naturalmente los perjuicios que ocasionaban a las clasificaciones y a las arcas de los clubs, eran enormes y constantes.

Para salir al paso de estas anomalias, la Federacion Española de Futbol, reglamento de forma oficial, lo que de momento dio buen resultado, Se obligaba al club visitado, a pagar el desplazamiento al visitante, con lo que quedaba obligado a acudir a la devolucion de visita, para reembolsarse lo abonado anteriormente. Se establecio un baremo, en el que se precisaba la cantidad, que a juicio (bueno por supuesto) del organismo federativo, habia que pagar en cada caso, segun el kilometraje, y los dias precisos para el desplazamiento.

Pues bien; toco vivir a proposito de ello, unos episodios muy graciosos, bueno graciosos ahora que han pasado 75 años de ello, Entonces parecieron tragedias, o poco menos.

Una vez, en Valencia, jugabamos contra el Gimnastico, ya desaparecido por absorcion y fusion con el Levante, y tuvieron la humorada de pagarle al delegado, el importe del desplazamiento, al final del partido, con el dinero recogido en la taquilla. Todo ello en monedas de plata, de una dos y cinco pesetas. Hizo el Dr Paricio los oportunos cartuchos, y en un paquete con todos ellos, envuelto en periodicos, salio de las taquillas para ir a los vestuarios, donde nuestros jugadores, estaban quitandose la ropa de jugar.

La distancia, de unos 150 metros, con una caudalosa acequia de riego a su derecha, tuvo unos episodicos detalles graciosos. Llevaba el paqueton con los dos brazos(Hay que darse cuenta lo que pesaban aquellos imponderables «amadeos») y mientras caminaba, unos cuantos mozos, que parecieron una multitud, que sabian lo que llevaba en los brazos, empezaron a comentar entre ellos.
– Vamos a tirarlo a la acequia

Como el dinero no era del Doctor, empezo a temblar pensando en que no deberia soltarlo, y si hacia tal cosa, lo mismo se ahogaba….

Menos mal que en el apuro, vio en la puerta del vestuario a Rolloso, el extremo derecho que habia sido suplente aquel dia, y lo llamo a voces.

Tal vez los gritos, o acaso no era otra cosa que una amenaza de aquellas gentes el motivo del susto, el caso es que no paso de ahi la cosa y una vez con los suyos pudo respirar tranquilo.

Por Goal.

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