Contra la galactitis, trabajo y humildad

Este descenso a segunda comenzó a fraguarse, según mi opinión, la semana anterior a la final de la Copa del Rey que perdimos contra el Español. El colectivo zaragocista, que incluye al equipo y sus directivos, a la afición y a la prensa, sufrió su primer ataque de galactitis, enfermedad que fue descrita por primera vez en el Madrid de Florentino y que es más frecuente de lo que en principio se pensaba. Estos últimos años, además de al Zaragoza, ha afectado a otros equipos, por ejemplo al Barcelona, en la pasada temporada. En el pasado, la galactitis derivada del triunfo en la Recopa nos condujo también a Segunda Division.

Consiste esta patología en proclamar a bombo y platillo que somos la hostia, invencibles, o casi, porque hemos fichado jugadores carísimos, mediáticos, archiconocidos…y que vamos a ganar todo lo que se ponga por delante. Este delirio de grandeza continúa con menosprecio del rival, desaparición en los jugadores de las ganas de entrenar, pérdida de la forma física, indisciplina en el campo y en la calle, morro y rivalidad interna por ver quien es la más guapa ante el espejito mágico.

Entonces suele producirse el encuentro con la realidad: llegan las primeras derrotas. Incomprensible, si somos los mejores.
La frustración de ese delirio de grandeza lleva a la desesperación y la locura colectiva. Búsqueda de culpables, caza de brujas, acusaciones mutuas, paranoia…y finalmente la debacle, que suele acarrear descenso de categoría.

Pues este síndrome es el que comenzó con la final de Copa. Estaba ganada antes de ser jugada. El varapalo fue mal digerido y el primer ataque de galactitis se llevó por delante, a Víctor Muñoz, a Solans, y a algunos jugadores, que fueron, figuradamente hablando, públicamente linchados. Como el diagnóstico entonces fue errado, no se puso el remedio y la enfermedad fue a más. El segundo ataque ocurrió con el cambio de presidente y el regreso de Victor Fernandez. De la manera en que se produjo, no solo no era la solución sino que agravó el problema. El Zaragoza de hace dos temporadas tampoco jugaba nada bien: era previsible, poco dado al sacrificio defensivo, y se fue haciendo excesivamente dependiente del delantero centro. Para colmo van y se clasifican para la UEFA. El drama estaba servido.

Como somos los mejores, jugaremos siempre al ataque, sacamos el balón, se lo pasamos a Aimar, este hace la pared y se va raudo y veloz al borde del área, donde por cierto estará esperándole el resto del equipo; allí la recibe otra vez, se la pasa a Milito y gol. Y esto cada vez, y ganaremos 95 a cero. Los otros equipos, como son unos mataos, con que se quede Ayala que es el mejor del mundo, solucionado el capítulo defensivo. Y en última instancia siempre quedaría César.
Ya en ésa pretemporada algo empezó a oler mal. No se ganaban los amistosos ni pátrás. Coño si hasta el Villareal nos empató en Teruel ¿Cómo puede ser? ¿No habíamos quedado en que los demás equipos no tienen ninguna opción con nosotros? Pues la culpa va a ser del rombo. Después, el Murcia. La culpa, del trapecio. Y para colmo nos empatan los ineptos del Santander. Habrá que recurrir al paralelepípedo.

…Y el resto ya lo sabemos. Recogemos lo que hemos sembrado entre todos.

Habrá que levantarse y seguir. Pero si queremos tener en el futuro un equipo puntero en Europa habrá que recurrir a la única receta conocida para el éxito real: trabajo y humildad, sobre todo si no eres un equipo de postín. La suerte, también necesaria, es algo sobre lo que no se puede influir.

Humildad para no creer que somos mejores antes de habernos enfrentado al rival; para los jugadores, que deben jugar arropándose y no compitiendo entre ellos; para darse la paliza en los entrenamientos, aunque nadie los vea; humildad para acatar las órdenes del entrenador sea éste quien sea. Y humildad para reconocer que tal vez debamos cambiar nuestro paladar futbolístico del que siempre hemos presumido.

En este debate, ya un poco pasado de moda, entre el juego bonito y el efectivo, los zaragocistas nos solemos inclinar, algo quijotescos, por el llamado juego bonito. Si éste consiste en jugar siempre al ataque, apelotonando hombres en el área enemiga, por delante del balón, que estáticamente esperan el centro o la pared…no me gusta.

El gol en fútbol se consigue creando espacios, por donde sorprendan los delanteros que rápidamente ganen la espalda de los defensas; y el Zaragoza de estas últimas temporadas ha creado esos espacios…pero a su retaguardia. Es decir nuestro equipo ha estado creando durante todo el tiempo las ocasiones de los rivales, jugando a lo que yo llamo el «falso dominio»: parece que nuestro equipo es el que más tiene la pelota y el que está cerca del área contraria; pero el gol lo acaba marcando el contrario.

Y trabajo no solo en los entrenamientos y partidos, sino en desarrollo de una disciplina táctica. Cada jugador es una pieza del engranaje que debe moverse acompasadamente con el resto del equipo, sin prisa, pero como un rodillo. ¿Cuántos ataques hace el Oporto, el Inter, el Chelsea o la Roma en un partido? Unos cuantos, no más de diez. Y mete dos: Eficacia. Y no recibe ninguno. Y corren todos como etiopes, reparten estopa y si hace falta muerden. Saben leer el tempo del partido: ahora el freno, ahora medio gas, luego una pequeña tangana para amedrentar al más peligroso del equipo contrario, nos dormimos un poquito y de repente ahora que se están gustando salen tres de los nuestros como flechas y les endiñamos un gol en el minuto 43 de la primera parte. Y ahora que se lo piensen en el descanso. Yo prefiero ese fútbol al que llaman especulativo pero que sirve para ganar campeonatos, que el fútbol tozolonero, de falso dominio y sin disciplina que demasiados españoles denominamos juego bonito, de ataque …y suicidio.
Y recordar que los hombres son más importantes que los nombres. Un equipo correoso y disciplinado y trabajador, y la fantasía ya vendrá sola cuando el engranaje se vaya puliendo poco a poco. Un ejemplo, El Liverpool. Comenzó con trabajo, disciplina y humildad y ha acabado encontrando la fantasía.

Aupa Zaragoza. El futuro es nuestro si aprendemos la lección.

Antonio, zaragozano de Altea

Por Antonio Simón.

aupazaragoza

Deja tus comentarios el foro de AupaZaragoza.com. El Real Zaragoza es nuestra pasión.

Comentarios

(required)