La hora de la afición

El debate acerca del papel que los aficionados de un equipo como el Real Zaragoza debieran jugar en el mundo futbolístico actual, repleto de complejidades, intereses, grandezas y, a la vez, miserias, es tan antiguo como la conversión a sociedades anónimas deportivas de la mayoría de los extintos clubes deportivos allá por los años 90.

En este nuevo escenario en el que los propietarios de un equipo y sus aficionados dejaban de ser colectivos coincidentes, se impuso la idea de que el papel del aficionado quedaba reservado meramente al pago anual de su abono, a animar a su equipo, vitorear sus goles y victorias y a poder mostrar su descontento cuando las cosas no marcharan como debieran. No obstante, las decisiones relativas a la marcha del club serían tomadas por la dirección del mismo en base a criterios empresariales y a los designios de los nuevos accionistas y a la postre sus propietarios. Al aficionado sólo le quedaba como opción real de manifestar su descontento lo que en el mundo económico se viene conociendo como “votación con los pies”, esto es, la no renovación de su abono, quedándose en casa la temporada siguiente. En definitiva en esta visión “pasiva” de la afición, el papel del sufrido seguidor queda relegado a mero comprador de un servicio, como aquel que contrata un ADSL para su casa, sin componente sentimental alguno.

Sin embargo una sociedad anónima deportiva no es una empresa al uso, en la que sus “clientes” se comportan de manera racional a la hora de decidir si renuevan su abono temporada tras temporada. Bien al contrario, el componente sentimental es fundamental, algo que los clubes y sus dirigentes conocen y explotan a su conveniencia, influyendo en sus aficiones a través de sus campañas, comunicados de prensa y acciones varias. Las preguntas pertinentes que nos podíamos hacer son ¿Qué sería de un club sin su afición? ¿Hasta que punto un equipo puede tomar decisiones con la oposición frontal de sus aficionados? ¿Acaso no son los aficionados el alma de un equipo y el porqué de su existencia?

Ante la visión “pasiva” de la afición existe otra en la que el aficionado juega un papel “central” en el devenir de un equipo. Las implicaciones de ello son múltiples. Por un lado la afición tiene una enorme fuerza a la hora de influir en las decisiones que marcarán la marcha de su equipo, tanto para bien como para mal. Por otro, su responsabilidad es también muy importante, derivada de esta fuerza. Así, una reacción tardía o excesivamente temprana, demasiado virulenta o muy tibia, acertada o equivocada en cuanto al blanco de la misma, etc. puede llevar a consecuencias nefastas, en un sentido u otro.

En la actualidad el Real Zaragoza atraviesa por una crisis sin precedentes en su ya larga historia en las tres vertientes más importantes de un club deportivo: la social, la deportiva y la económica. En situaciones como la actual es cuando la afición debe jugar su papel y asumir su responsabilidad como alma del Zaragocismo. Una reacción demasiado tibia, que no tenga por objetivo el verdadero causante del problema (Agapito Iglesias), tardía o no visible, podría ser obviada o dar lugar a la adopción de decisiones que simplemente parchearían el problema pero que no irían al origen del mismo. La destitución del cuerpo técnico, el apuntalamiento de la plantilla u otras medidas para desviar la atención no supondrán más que una solución temporal como ocurrió la temporada pasada.

Posiblemente esta sea nuestra última oportunidad de utilizar esa fuerza para intentar cambiar las cosas. Pasó el último partido de liga de la temporada pasada sin que hubiese reacción alguna ante un descontento general por una temporada para olvidar, una temporada que creíamos excepcionalmente mala y por tanto difícilmente repetible. Los primeros siete partidos de liga nos han devuelto a la cruda realidad en la que lo excepcional se ha convertido tristemente en lo cotidiano.

Es el momento de demostrar visiblemente nuestro enfado, sin dejar de animar a nuestros jugadores (dado que, nos gusten o no, no tenemos otros), exigir responsabilidades y pedir que quien ha generado el problema se marche y devuelva al Real Zaragoza a sus verdaderos y únicos dueños, es decir, a los zaragocistas. La hora de la afición ha llegado. No podemos dejar pasar este tren de nuevo. Nuestra reacción debe llegar AHORA y de manera NITIDA a todos los que deben ser receptores de la misma (directiva, jugadores, instituciones, medios de comunicación, etc). Más tarde quizás sea demasiado tarde.

Por Darklord.

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