Impaciencia y falta de realidad

Sin duda alguna el zaragocismo se entiende y se siente de diferentes formas, desde el optimismo de aquellos días de gloria vividos o desde el mayor de los pesimismos, cuando teniendo al alcance la posibilidad de retornar a primera división, vía Play Off, somos derrotados por equipos que normalmente han militado en segunda B y en tercera división.

Puedo comprender la decepción que produce que hasta hace dos jornadas nuestro perseguidor mas próximo fuera la Ponferradina, que ahora tengamos a el Llagostera soplándonos la nuca y que el pasado 20 de Mayo, nos ganara en nuestra casa el Mirandés, con escaso juego y uno de los equipos mas vulgares que han pasado por La Romareda.

Tres equipos tan “buenos” que no han sabido aprovechar la oportunidad y también han perdido sus correspondientes partidos.

Esa decepción nos afecta mas cuando, desde hace ya muchísimas jornadas, teníamos como imposible el ascenso directo, pues a excepción del Girona, el resto, normalmente han militado en primera división y, hoy por hoy, juegan mejor que los nuestros.

Podemos ser optimistas o pesimistas, pero mi consejo seria que fuéramos realistas y analizáramos, desde la más sensata reflexión, de donde venimos y donde estamos. Entonces veremos las cosas mas claras y podrá crecer un optimismo que supere con creces ese desencanto que no nos conduce a ninguna parte.

No ha pasado ni un año de aquella muerte anunciada, ni de la salvación in extremis como SAD por la Fundación Zaragoza 2032, ni ha terminado la temporada 2014/2015, ni somos adivinos para saber de antemano como terminaremos esta.

Puedo equivocarme y, si así fuera, pido disculpas anticipadamente, pero creo que la impaciencia que vive el zaragocismo, va muy de la mano de las ilusiones infundadas que nos hicimos pensando que sacar adelante una SAD en coma y arruinada era tarea fácil y exenta de problemas, simplemente por haberle dado oxigeno para que pudiera seguir respirando.

Este Real Zaragoza me recuerda al niño que, tras una dura enfermedad, se incorpora al colegio tres meses después de haber comenzado el curso. Para ponerse al día, necesitará; comprensión, apoyo extra escolar, ponerse al día paulatinamente y con un poco de suerte y mucho esfuerzo pasar al siguiente curso, con todas las asignaturas aprobadas.

Ese es nuestro Real Zaragoza…larga enfermedad de 8 años de duración, incorporación tardía a una obligada pretemporada, pagar todas la deudas adquiridas y urgentes para obtener el VºBº y poder participar en la segunda división, fichar deprisa y corriendo a una nueva plantilla con un presupuesto limitado por la LFP, poner orden en un Club desmadrado y lleno de vicios adquiridos por una anterior y nefasta gestión, con la intención de que se obre el milagro y, con todas las asignaturas aprobadas, ascender a primera división.

¿Quién dijo que seria fácil? ¿Quién podía exigir a los nuevos patronos, que además de aportar capital y garantías, obligatoriamente debieran de tener un Master en futbol? ¿Quién es el “fenómeno”, digno de un monumento, capaz de resucitar a un muerto y en unos meses darle la salud suficiente para integrarlo en la Liga de las Estrellas? El optimismo me indica que esta última interrogante aún se puede producir y la realidad, me hace pensar que es francamente difícil.

Al margen de todas estas interrogantes, la impaciencia es la única medicina contraindicada para este tipo de enfermos y esa impaciencia es la que hace, muchas veces, no ver con realidad una situación que en lugar de pesimista debería de ser todo lo contrario.

Se puede discutir si nos gusta o no el entrenador, los jugadores que componen la plantilla, las decisiones en algunos momentos precipitadas que se han tomado, pero lo que es indiscutible y fuera de toda critica es la sana intencionalidad de no dejar morir al histórico, adorado y querido Real Zaragoza.

Todos queremos lo mismo, aunque posiblemente con diferentes intereses, pero el único objetivo es el retorno del Real Zaragoza a la gloria de su historia. Para tal objetivo, obligada es la unión total del zaragocísmo, mirar hacia delante y volver la cabeza al pasado exclusivamente para ver los trofeos conquistados, tal y como se ha hecho en el XX Aniversario de la Recopa.

Nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho ni autoridad para repartir carnets de zaragocísmo. No se nace siendo zaragocista, ni se aprende en colegio alguno o universidad. Ser zaragocista es vivir y sentir el Real Zaragoza como algo tuyo.

Nos guste o no, aprobemos o no las gestiones y decisiones que los propietarios de la SAD adopten, estamos “obligados” y “condenados” a defender y apoyar constantemente a ese león rampante que en los últimos años tanto nos hace sufrir.

Olvidamos casi constantemente que el Real Zaragoza dejó de ser Club Deportivo hace ya muchos años y que como actual Sociedad Anónima Deportiva, no solo defiende los intereses del Club, sino los de los propietarios que en su día decidieron invertir en una empresa deficitaria y arruinada.

Justo es que los dueños, además de recuperar lo invertido, quieran obtener beneficios, con gestiones tales como la cesión de La Romareda por 75 años, búsqueda de nuevos patrocinios y demás gestiones que aporten un capital que permita saldar esa asfixiante deuda.

Si toda esta gestión económica se consigue, amén del éxito empresarial de los dueños, el Real Zaragoza “club deportivo”, también se verá favorecido, que al fin y al cabo es lo que a todos nos interesa.

En definitiva y como opinión muy personal, por la experiencia vivida durante muchos años, deberíamos bajar ese nivel de impaciencia, ser realistas y no desfallecer en los momentos que más nos necesita el Real Zaragoza, de lo contrario todo ese sufrimiento que hemos padecido durante los 8 últimos años no habrá servido para nada.

Mucho ánimo al zaragocísmo y como siempre, AUPA EL REAL ZARAGOZA.

Por Javier T. Laínez Royo.

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