Mejor que nunca pero lo mismo de siempre

Durante las últimas jornadas de la pasada temporada la afición zaragocista estuvo entregada con su equipo con el objetivo claro de conseguir una permanencia más que complicada, y que, en caso de no conseguirse podría acarrear grandes consecuencias institucionales. Todos sabíamos cual era la meta a corto plazo y el equipo respondía, a pesar de sus cuantiosas limitaciones, con ganas y con fuerza, y ante la dirección de un Javier Aguirre que había convertido en posible lo imposible. La salvación llegó, a Dios gracias, en el último partido de liga, que fue testigo de uno de los desplazamientos más multitudinarios jamás recordado.

Tras un turbulento verano, nos encontramos ante un equipo con muchas caras nuevas y con sensaciones muy distintas. Un bloque que es competitivo, que disputa los partidos, que tiene opciones y alternativas y que, en ocasiones, incluso ofrece buen juego. Podríamos decir que desde hace cuatro años estamos mejor que nunca porque aunque no tengamos un equipo con grandes nombres, ni nuestros hombres sean tan ricos y guapos como otros que habitan en el mapa futbolístico, por primera vez en mucho tiempo nos parecemos a un equipo de fútbol en lo deportivo. Algo que debería ser normal, pero que en nuestra situación se convierte en excepcional y extraordinario.

Leyendo el foro de AupaZaragoza.com veo incluso que existe debate futbolístico: Opiniones en ambos sentidos sobre las actuaciones de Meira; debate sobre quién debe jugar, si Juan Carlos o Lafita… incluso volvemos a tener un héroe en el equipo como es Roberto, aclamado y querido por la afición y con el que todos nos sentimos identificados.

Visto el panorama, nos encontramos ante un momento dulce del que no queremos despertar. Incluso nos atrevemos a soñar con el regreso de Colunga en el mercado invernal y tener una temporada tranquila después de tantos años de tensión y desencanto. Es el momento de disfrutar.

Pero ante tanta satisfacción surgen en mi cabeza reflexiones que no puedo evitar lanzar:

En primer lugar, analizando el plano deportivo más a fondo, no hace falta indagar mucho para darse cuenta de que tenemos un déficit claro de patrimonio deportivo. Por tanto, nos encontramos ante una situación sin vistas a mejorar ni de resolver los cuantiosos problemas de la entidad. A medio y largo plazo no estamos cultivando semilla que nos dé una esperanza tanto en lo deportivo como en lo económico. En definitiva, estamos mejor que nunca pero lo mismo de siempre.

Por otro lado, la imagen y la solvencia del club tampoco mejoran. A pesar de la necesaria entrada en concurso de acreedores, la seguridad que esta figura, a pesar de lo que pensábamos, puede causar en una gran parte de la afición es nula puesto que existe desconfianza en muchas de las operaciones realizadas por el Real Zaragoza. Esto también dificulta las relaciones con otros entes puesto que hacer negocios con el Real Zaragoza muchas veces es sinónimo de no cobrar.

En tercer lugar, tras nuestra presente dulce situación deportiva, la afición se ha olvidado de quién es el máximo culpable de nuestra situación para centrarse en la crítica al enemigo exterior, como si viviéramos en la aislada y abandonada España de los tiempos de la autarquía.

Por último y lo que menos logro entender: La temporada pasada era momento de estar unidos. La situación deportiva peligraba y todos debíamos arrimar el hombro y animar sin fisuras para conseguir la ansiada permanencia. Ahora, la situación es muy distinta pero tampoco es momento de reclamar nada ni de revelarse contra las oscuras actuaciones que se suceden en nuestro entorno. La apatía nos invade de forma continua. Porque estamos mejor que nunca pero no queremos ver que tenemos lo mismo de siempre.

Desde estas líneas pido perdón a todos aquellos a los que esto les resulte repetitivo y cansino, incluso a los que piensen que es de mal gusto. No quiero que a nadie se le atraganten las lentejas en este ansiado momento pero, no creo que sea certero analizar la realidad obviando parte de la misma. No queremos despertar pero algún día habrá que hacerlo, aunque afirmar esto sea menos útil que predicar en el desierto. Debido a nuestra aceptable situación deportiva no es un momento muy popular ni oportunista para la crítica, pero es necesario expresarla para uno de los que quiere lo mismo de siempre, pero mejor que nunca.

Por Alvarinho.

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