No se toca. El Real Zaragoza no se toca

No se toca. Nuestros símbolos no se tocan. Nuestra vida es intocable. Nuestra historia no se mancha. No se toca. Así debe ser. Ningún poderoso puede ignorar lo que el Real Zaragoza significa para miles y miles de zaragozanos, de aragoneses, de españoles. No debe. Porque el pueblo, los que no decidimos, los que solo votamos pero ni sabemos ni conocemos ni estamos informados tenemos la Verdad en nuestros corazones. No el dinero, no la influencia, no la ambición de poder. No. Sólo la Verdad de la vida misma y la certeza de que nuestro sentimiento nunca morirá porque nuestra alma siempre vivirá.

Sépanlo, sacerdotes de la cúpula mancillada: sus relojes de oro desleal brillarán bajo la luz de sus mentiras y engaños, pero si muere nuestro símbolo no habrá cielo bajo el que cobijar su culpa. No habrá dinero suficiente para tapar las voces de los fieles del zaragocismo ni editoriales capaces de acallar nuestra ira. Nos dolerá la muerte si quien puede evitarla no lo hace, porque lo único auténtico es que nosotros, los sin voto ni información ni casi voz, no podemos hacer nada salvo escribir, hablar y manifestarnos. Nos dolerá y sufriremos. Pero será la historia la que pondrá a cada uno en su lugar.

No puede ser que a pocos días de la fecha fatal ningún gobernante haya tenido la valentía de acercarse a quienes los han elegido para mostrar, si las hubiere, las cartas que se están jugando para evitar el desastre. Si las tienen. No puede ser. No hay razón democrática que lo justifique. No hay argumento democrático que lo explique. Y no puede ser que a pocos días de la fecha fatal todo transcurra bajo el manto de la máxima que rige las vidas de quienes ocupan los sillones del poder: “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”.

Hay mucho enterado, demasiados paladines del “me han dicho de buena mano”. Hay excesiva trampa informativa. Y tantas batallas cruzadas que quienes no tenemos otra forma de saber que lo que publican los medios de comunicación ya estamos casi muertos por agotamiento. ¿Qué nos queda? Gritarle al viento blanco y azul que la sangre que brota de este cuerpo famélico y acuchillado por la desidia y la avaricia de unos pocos quizás sirva para regar la poca esperanza que nos queda a los zaragocistas. Quizás.

Lo ha escrito muy bien Pepe Melero. Y lo firmo. Y lo rubrico. No se toca. Políticos, empresarios, periodistas, deportistas. Que quienes pueden sientan que deben. Que quienes pueden. Nosotros, los zaragocistas, solos no podemos. Nosotros, los zaragocistas, juntos sí queremos.

Por arrúa10.

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