Obrigado Sav10

Se va. Las bandas de La Romareda, desde ayer, ya no serán lo mismo. Se quedan huérfanas, como el 10 de la camiseta blanquilla lo hará en una semana. Se va Savio Bortolini Pimentel, todo un crack tanto fuera como dentro del terreno de juego, y lo hace después de tres años en los que ha regalado ilusión y buen fútbol a los aficionados zaragocistas con cada regate, cada escapada, cada gol.

Aún recuerdo aquella noche del verano de 2003 en la que se confirmaba la llegada del brasileño para ser la piedra angular del nuevo proyecto maño, el del retorno a Primera. Tras quedar desvinculado del Real Madrid, y tras su exilio en el Girondins francés, el mediapunta carioca volvía al fútbol español con más ganas que nunca. La apuesta del de Vila Velha era arriesgada, pero él apostó, jugó y ganó.

El primer año no fue sencillo, le costó entrar en forma debido en mayor parte a las largas vacaciones que tuvo, ya que el campeonato francés termina más pronto que el español, y a eso se unió el juego encorsetado que Paco Flores le otorgaba en el campo. El Zaragoza no funcionaba y Flores abandonó el barco. Con la llegada de Víctor Muñoz el equipo resurgió y el carioca recuperó sus mejores sensaciones para terminar cerrando la temporada con la permanencia, y como no, aquella épica Copa del Rey de Montjuic, el único trofeo nacional que le quedaba por conseguir.

La temporada pasada fue la mejor de Savio en cuanto a números se refiere. Y no pudo empezar mejor, con la conquista de la Supercopa de España en Mestalla. Después vendrían más de una docena de goles, entre liga y Copa de la UEFA, y con una Romareda rendida a las exquisiteces del 10, Savio se ganó la renovación de su contrato por dos temporadas más y el cariño de la afición.

Sin embargo la temporada que se presentaba como la de su explosión definitiva se convirtió en una pesadilla. La grave enfermedad de su padre le mantuvo alejado de los terrenos de juego física y, sobre todo, mentalmente. Y la sonrisa de piernas rojas se borró definitivamente con el fallecimiento de su progenitor. Todo esto unido a unas malas relaciones con el entrenador, Víctor Muñoz, hicieron que Savio se replanteara su situación y negociara con el club una desvinculación que facilitase su regreso a Brasil para estar más cerca de los suyos.

La tarde de ayer fue la de su despedida, y Savio brilló con luz propia, por encima del resto de jugadores. Se le veía motivado, con ganas de despedirse de su afición con un gol. Lo buscó en una jugada individual, que de culminarse hubiera hecho retemblar la vetusta Romareda, pero lo encontró al convertir un penalti forzado por el mismo. Era lo de menos. Tras el gol, corrió hacia el fondo sur y señalando al graderío besó el escudo del león. Mi corazón siempre va a estar aquí, con el Real Zaragoza y con la gente de aquí». Y el nuestro contigo Savio, y el nuestro contigo. Hasta siempre, y gracias por todo.

Por LiBeRo.

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