Los Rincones de Segunda (4/4)

Sabadell

Retales nunca sobraron en este rincón del Vallés. La industria textil arribó un día y todo lo acaparó. Mucha tela que cortar. Ejemplo de la Cataluña dinámica y emprendedora. También algo “boja” y anárquica. Algo se le tuvo que pegar al genio Albert Plá de su ciudad natal. A orillas del Ripoll, la capital del Vallés Occidental (junto con la vecina y siempre rival Tarrasa) vive y crece, al ritmo del chumba – chumba del fin de semana, en los polígonos de Sabadell Sud; reyerta va, reyerta viene.

Por el Eix Macià bajaban un grupo de japoneses. Iban a ir a comprar, pero se asustaron tras ver un inquietante video promocional así que se decidieron por el pasatiempo nacional. Y encontraron para tal empresa a un equipo centenario, perdido durante décadas en plazas que no correspondían a su historia pero recuperado, en parte al menos.

Y han decidido hacerlo más grande. Como un New Team, pero a lo arlequinado. Ya tienen a su Oliver Atton; el tokiota Sotan Tanabe. Y sobre él, una base ya asentada de jugadores comprometidos y trabajadores. La Nova Creu Alta se permite disfrutar. Y, ¿por qué no? Volver a tejer éxitos en Primera.

Santa Cruz de Tenerife

Mutenroshi, el ermitaño tortuga, llegó a la isla buscando su Kame House. Se encontró en cambio a un imponente volcán en el corazón de la Isla del Infierno. Y muy cerca de ella, Santa Cruz. Ciudad desparramada entre La Laguna y el Atlántico que come buen gofio y bebe vino de La Orotava. Protegidos por La Candelaria, sus habitantes bailan al son carnavalero. Mutenroshise une a ellos con su caparaza y su bastón y se olvida de su casa, porque la hospitalaria Santa Cruz ya lo ha aceptado como un chicharrero más.

Ajeno a tales fastos, por la avenida de San Sebastián baja un gentío esperanzado. Esperan ver de nuevo a su Tenerife. Alejado durante un bienio del fútbol profesional, poco a poco debe ir creciendo y trabajando para volver a redactar épicas gestas.

Como aquella vez que desde la Meseta fueron a la isla a buscar el tesoro, siendo atacados por los piratas Redondo, Chano, Del Solar, Felipe o Pizzi. O cuando en toda Europa se aprendieron el nombre del Tete, con Jokanovic y el pichón Juanele enseñando guanche a pelotazos.

Soria

La quietud………el silencio……..el continuo sonar de las campanas…….el tranquilo devenir del Duero…….el reloj de la Plaza Mayor marcando la hora….…tratos de ganado en un bar cualquiera….…fardos de euros enrollados con cordel……Bécquer y Machado departiendo de la vida con paciencia….y con paciencias, que también están muy ricas…..de Almazán, of course…..todo tranquilo, en definitiva……..con la calma……..salvo Cacho y Antón que bajan corriendo por la calle Collado…….tienen prisa…….van a ver al Numancia…..que las lenguas viperinas dicen que este año tampoco hará nada del otro mundo….que no tiene muy buen equipo, dicen….¡já!

¡TAMPOCO TENÍA BUEN EQUIPO EN EL 96 Y EN COPA HIZO TEMBLAR HASTA A CRUYFF!

¡TAMPOCO TENÍA BUEN EQUIPO EN EL 99 Y CONSIGUIÓ SUBIR, EMPATÓ EN LA ROMAREDA ANTE EL MEJOR ZARAGOZA Y HASTA VENCIO EL SIGUIENTE AÑO AL REAL MADRID!

¿Por dónde íbamos?……¡Ah sí!, con la calma….….como el Numancia…. ahora de Anquela……..Palanca, Gaffoor, Del Pino y Julio Álvarez……..un año más en la mata…….trabajando duro para su escasa pero fiel afición……..defendiendo de numantinas maneras el nombre de esta urbe….….Soria..……pura………cabeza……..de Estremadura.

Vitoria

Preparando está Celedón su bajada a lo Mary Poppins, paraguas en mano, para honrar a la Virgen Blanca y a Vitoria. Días de sol y de fiesta, que contrastan con los duros inviernos que sufre Gasteiz, que en euskera vendría a ser algo así como “aldea joven”. Aunque no tiene nada de bisoña esta urbe, poblada por francos y judíos. Puerta de Castilla aun siendo Euskal Herria. Delirio de Ken Follett en Los pilares de la Tierra. El lehendakari toca chufa en Ajuria Enea. El caminante vaga errante en Dato Kalea. Y Fournier pintando bastos mientras nieva en el Gorbea.

Y en sus faldas, el Glorioso que despierta y vuelve por la senda. La que lleva a Mendi. Cuna del buen fútbol de escuela vasca, donde la calidad no está reñida con el coraje. Con los atributosbien puestos, Astudillo, Herrera, Moreno y Desio se fueron de viaje, con vino de Laguardia y tortilla de patata en las alforjas. Bailando dulcemente un aurresku con los Beatles donde salieron perdiendo, pero enamoraron a toda Europa. Después pasaron Pitermans y demás calamidades, pero ahora están de nuevo en la plaza, al abrigo del paraguas de Celedón. Decía antes que pese a las calurosas fechas, hay nieve en el Gorbea. Y Vitoria está desuerte, porque todo el mundo sabe que cuando eso ocurre, el Alavés golea.

La fábula de las urbes macrocéfalas

Cuenta la leyenda que en un país de gente alegre y picardía insana, había dos lugares de los que todo el mundo hablaba. “Que uno tiene playa y el otro no” “Que si uno pone tapa con la caña y el otro no”. Y así andaban todo el día, discutiendo y friendo la cabeza al resto de la Patria.

En esos dos lugares gustaba el fútbol, pero sus dos equipos más representativos eran dos gigantes de enorme tamaño, ultra mediatizados, sin tiempo ni ganas de correr por prados secundarios. Así que llamaron a los chavales de la casa, les pusieron de nombre “B” y les mandaron a jugar.

Así ellos podían seguir enfrascados en sus luchas, en su “a ver quien la tiene más grande”, y conforme el tiempo pasaba, había menos competencia y ellos, henchidos de ego, hacían crecer sus burbujas llenas de altanería y de vanidad.

Cuentan que un día creció tanto el ego de las dos urbes, que se llegaron a tocar con sus respectivas burbujas y se partieron justo en el medio del camino entre las dos.

Y allí quedaron los restos esparcidos por el suelo. Riadas de personas, abducidas por el monopolio macrocéfalo acudieron a ver qué había pasado, pero en su lugar encontraron algo más interesante.

De entre los restos de las burbujas sobresalía una mesa de madera y cuatro sillas traídas de un cabaret antiguo, ahora reconvertido en café cantante.

Allí, José Palafox echaba un guiñote con Avempace, con Labordeta de miranda y Paco Goya comentando la jugada. A lo lejos se oía el tranvía, con Yafar, el heredero de Avempace, subido en él y marcando los designios de las gentes del lugar.

Nada alteraba la vida de estas gentes, con Agustina limpiando los cañones mientras José Oto afinaba la voz, cuando de improviso se abrió un agujero temporal, y aparecieron Cedrún y Yarza ocupando la puerta del Carmen, Pardeza y Lapetra gambeteando por el Kiosko del Parque Grande, Milito y Reija protegiendo la entrada al consistorio como lo hubieran hecho San Valero y el Ángel Custodio, y Seminario junto con Marcelino ensanchando el Arco del Deán a base de tabas. Hasta que por allí apareció un morito de Ceuta, dijo que “ya valía de jugar”, y le pegó tal patadón al balón que lo mandó a Paris.

La gente allí congregada alucinaba, y no se cortaron en preguntar: ¿De dónde habéis salido? ¿Cómo habéis llegado aquí? ¿Por qué litigáis en parajes secundarios cuando sin duda merecéis honores por historia y por leyenda con trofeos al mejor?

Y le respondieron: “Esto no es culpa de la mala suerte. Para encontrar la respuesta a vuestras cuestiones deberéis subir a las torres del Pilar, y mirar hacia el Oeste. Allí se encuentra el Moncayo, que trae vientos huracanados procedentes de Navaleno. Con esos vientos llegó un personaje oscuro, experto en triquiñuelas y en ladrillos, que impide que salga el sol por la Ribera del Ebro. Está en nuestras manos el recuperar el prestigio perdido. Y dad fe de que lograremos resurgir.”

Así se marcharon de Zaragoza esas buenas gentes, que no recordaban ya el cansinismo de las urbes macrocéfalas, y sólo les quedaba el regusto de la borraja, el ternasco y las frutas almibaradas en chocolate.

Bajo la arboleda de Macanaz, donde el Ebro transcurre en silencio, se oye el zumbido de una avispa.

Por batu.

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