Tiempos de nada y recuerdos

Walter peinó un balón para mandarlo al fondo de la red. Un fallo de Gaby Milito en la marca fue aprovechado por Víctor Sánchez del Amo para poner un balón medido en la cabeza de Pandiani que dio la victoria al equipo deportivista. Sin embargo, ese día salí contento de la grada.
Lo recuerdo como si fuera ayer aunque ya han pasado casi ocho años. En aquella primera jornada de liga el Real Zaragoza se enfrentaba al Deportivo de Irureta, que vivía tiempos mejores que ahora y los mejores años de la historia de la entidad. Nosotros, tampoco éramos los mismos. El Real Zaragoza acababa de conseguir el ascenso a Primera División un año después de haber descendido por primera vez en décadas a la categoría de plata del fútbol español; un hecho dramático que los más jóvenes nunca habíamos vivido.

Aquel partido se perdió pero el juego que desarrolló el equipo fue satisfactorio. Milito, a pesar de su error, hizo un gran partido, siempre atento en la anticipación y con mucha rasmia, incorporándose al ataque, incluso, en el último suspiro del partido, con un remate que se perdió por encima de la portería de Molina. El joven central llegado de Independiente empezaba a ser un referente en el vestuario, al cual, llegaron con él cuatro jugadores más: Álvaro Maior, que fue su compañero en la zaga; un joven y todavía inexperto Leonardo Ponzio con algunas carencias técnicas pero con ganas de darlo todo en el terreno de juego; un veterano Savio, al fin de su carrera, tras su paso por el Real Madrid, que daba un salto de calidad en el juego; y, por último, Un David Villa que venía de hacer una gran temporada en Segunda División con el Sporting de Gijón.

Estos cinco refuerzos, unidos a los Laínez, Cani, Galletti… lucharon para permanecer ese año en Primera División, pero consiguieron ganar una final ante el Real Madrid en Monjuic y, sin ninguna duda, ilusionaban al zaragocismo, que veía un futuro con ellos puesto que daban la sensación de que podían progresar en nuestras filas.

A día de hoy, vivimos tiempos de nada. El periodo vacacional vacío y lento deja tiempos de recuerdos y para la reflexión. En la turbulenta situación en que vivimos solo podemos destacar un cambio en la gestión aunque sea por obligación de las circunstancias. Ha habido un cambio en el perfil de algunos de los fichajes: La llegada de jóvenes como Mateos, Abraham Minero, Edu Oriol y Juan Carlos pueden ser un clavo ardiendo para los que ya tenemos poquita ilusión. Todos ellos son fichajes jóvenes y con salarios acordes a la situación económica del club. Tras una anterior política de fichajes en la que los jugadores que se incorporaban eran desconocidos con un alto precio de adquisición o viejas glorias con unas fichas desproporcionadas con su rendimiento actual este cambio es, cuanto menos, positivo.

Los cuatro jóvenes guardan cierta similitud con las incorporaciones del año dos mil tres. Todos ellos trasmiten cierta esperanza, aunque también muchas dudas. Savio era discutido porque ya estaba al final de su trayectoria profesional y había dudas respecto a su compromiso por ciertos sectores. El resto eran jóvenes y carecían de experiencia en la Primera División española, pero, en definitiva, hicieron un buen bloque, y algunos de ellos llegaron a lo más alto.

Los chicos que ahora llegan también nos trasmiten esperanzas y dudas, porque todavía no han demostrado nada. Las comparaciones son odiosas y el fútbol una ciencia incierta, pero sí es cierto que en ellos se ve hambre de triunfo, como hambre tenían aquellos jugadores a los que en el artículo se recuerda.

No vamos a caer en el error de pensar que la Historia es cíclica y va a suceder lo mismo que en el pasado, ni debemos dejar de ver el bosque. Nos encontramos con una situación crítica económicamente, con la entrada en concurso de acreedores; la plantilla está descompensada a día de hoy, aunque queda tiempo para el cierre del mercado y nuevas entradas y salidas; y nuestro objetivo es la permanencia y, seguramente, sufriremos para conseguirla. La dirección sigue dejando mucho que desear en gran cantidad de aspectos, puesto que sigue sin haber transparencia en la toma de decisiones ni comunicación con el aficionado, y el futuro se prevé oscuro con esta directiva. La falta de transparencia y la poca confianza de la afición, avalada por la nefasta gestión, es definitiva.

Pero a pesar de todo, de la situación de crisis económica que arrasa en el fútbol español, de los dirigentes irresponsables, de las cantidades vergonzantes de dinero que mueven algunos traspasos y de los voluminosos salarios de algunos jugadores, todavía quedamos quienes soñamos con ver un fútbol más justo y más cercano, y nos agarramos a la esperanza de ver a cuatro jóvenes con proyección triunfar en nuestro equipo para dejar de vivir estos tiempos de nada.

Por Alvarinho.

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