Un Víctor Fernández del siglo XXI

Hace año y medio el regreso de Víctor Fernández al Real Zaragoza era recibido con entusiasmo y regocijo generales: ilusiones, esperanzas, recuerdos y lágrimas se mezclaban en casi todos los que en una u otra posición formamos parte de la familia zaragocista. La marcha del equipo a lo largo del campeonato fue confirmando esas expectativas y engordando la leyenda y la aureola del mister del Barrio Oliver. El último tercio de la Liga sacó a relucir claroscuros, pero el regreso a Europa confirmó unos buenos ánimos que crecieron, posiblemente en exceso, tras los fichajes del verano.

Al cabo de tres meses de iniciada la Liga, el equipo está en crisis y Víctor, más cuestionado que nunca. Hay muchos que, además, no ven al zaragozano capaz de enderezar una nave que parece a la deriva. Recogiendo unos comentarios que Jéremy North incluía en su última Lupa, me planteo si Víctor Fernández es, hoy por hoy, la persona adecuada para dirigir al equipo en los tiempos que corren, tanto si hablamos de la situación del Zaragoza como si pensamos en el fútbol actual.

Aparecen dudas al considerar si nuestro laureado mister es el idóneo para un proyecto que, dicen, pretende llevar al Zaragoza hasta donde nunca ha llegado. Si estudiamos los equipos que nos pueden servir de modelo: el Valencia de Benitez, el Sevilla de Juande o el Villareal de Pellegrini, observamos que siendo muy distinto el fútbol que despliega cada uno, todos son equipos que están construidos desde atrás, que ofrecen un despliegue físico importante y que destacan más por su conjunto que por sus individualidades, aunque, precisamente, no carezcan de estas últimas.

Por esta razón, he dedicado estos días de depresión futbolística profunda a pensar en el entrenador que me gustaría para mi equipo; alguien que, junto a una ilusión y una capacidad de trabajo notables, pueda ofrecer a los aficionados un equipo sólido, luchador, difícil de batir, solidario y consistente; estudioso del fútbol moderno, con ideas nuevas y madurez afianzada. Un mister entregado al trabajo, con más hechos que palabras, capaz de sacar a cada jugador su mayor rendimiento, incluso cuando alguno no aparente demasiadas cualidades, dispuesto a hacer rendir a quienes poseen etiqueta de estrellas, a recuperar a los que llevan tiempo estancados y a descubrir valores debajo de las piedras.

He buscado en la Liga española y me he detenido en dos entrenadores a los que, si tuviera responsabilidades en el Zaragoza –afortunadamente para mi salud física y mental nunca las tendré- no dudaría ofrecer nuestro banquillo: Marcelino, que tras hacer maravillas con el Recre está haciendo jugar al fútbol de maravilla a un Racing que al iniciarse la Liga parecía devaluado y Ernesto Valverde, que ha convertido al Español en uno de los equipos más conjuntados y eficaces de Primera. También he apuntado los nombres de Unai Émery y Mendilibar, aunque con letra más pequeña.

Pero quizá tendría más mérito descubrir el candidato no entre los consagrados, sino en las divisiones inferiores; por ejemplo fijándonos en Muñiz, que fuera en su día un discreto central del Sporting de Gijón y hoy ha afianzado al Málaga en el liderato de 2ª. Seguro que en 2ª B aparecen otros nombres con los compensaría que arriesgarse sin excesivo temor a la decepción.

Hay una última vía, y ésta no consistiría, ni más ni menos, que en repetir la experiencia que trajo por vez primera a Víctor Fernández al primer equipo: apostar por lo que hay en la casa. A veces me he planteado qué tal lo haría Narcís Juliá como primer entrenador, aunque he de admitir que no deja de ser un riesgo confiar en el segundo de a bordo del presunto sustituido. Otro nombre es el de Pascual Sanz, que hace dos años parecía la “gran esperanza blanca” y a quien puede estar perjudicando la errática trayectoria del filial. Existe finalmente un hombre que ha debutado esta temporada y lo está haciendo magníficamente: Ander Garitano; con el bilbaíno tengo una intuición, casi una corazonada, y veo en él a un entrenador con vocación de primer espada …. Es una intuición avalada por lo que enseñan su forma de jugar, su forma de ser, su trayectoria como futbolista y como persona en La Romareda y sus éxitos actuales.

Aunque he de confesar para finalizar, que en mi corazón la mejor opción de todas sería que ese entrenador idílico fuera el propio Víctor, que cuando menos lo esperamos reipita lo que hizo en su día: sorprender a todos con un fútbol inesperado capaz de llevar al Zaragoza más lejos que nadie …… que la alternativa a Víctor Fernández fuera un renacido Víctor Fernández.

Por Falçao.

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