Yo estuve allí

Estuve allí, en el Camp Nou del 4 a 1. Es más, vivo a doscientos metros del estadio. Soy Aragonés; de Zaragoza y desde hace años la llegada del equipo es una cita ineludible para mí y para mi hijo de 12 años, catalán y culé.

Durante estos dieciséis años en Barcelona, los días previos a la llegada del equipo, en esas largas tertulias con mis amigos barcelonistas, éstos siempre nos habían mostrado respeto, no dando por sentado, pese a los 42 años sin comernos un rosco en la Ciudad Condal, la victoria local.

El miércoles estaba en la grada. Nunca había escuchado del público culé, deportivamente hablando, cosas tan sumamente vergonzantes como zaragocista. No eran los típicos y normales gritos dirigidos por la afición local contra el equipo contrario, bien por una entrada brusca, o un choque físico por encima de lo considerado normal. En realidad no hubo nada de esto.

No, ni tan siquiera eran gritos, no hubo ocasión; eran comentarios de absoluta superioridad, mofándose de «una cuadrilla de chavalejos vestidos de blanco, -según ‘pinche’ a mi vecino de la butaca de abajo-, recien conocidos y unidos para la ocasión apenas horas antes del partido».

Eran comentarios jocosos, intercalados entre risotadas y gestos de diversión extrema, más próxima a un espectáculo circense que a un partido de fútbol.

Cuando en la segunda parte el barcelona decidió no hundir el puñal hasta las entrañas, y los nuestros, cuales chavalotes alucinados, contemplaban paupérrimos los ronditos de los Deco, Mesi, Iniesta…, las gradas, plenas de barceloneses enfervorecidos, muchos de los cuales probablemente antitaurinos, pues aquí esta de moda serlo, corearon los tan españoles y taurinos ¡oles! durante buen rato. Si te lo cuentan, duele, pero si lo ves y lo oyes, te entran ganas de marcharte.

No me fui y les diré porqué, por mi hijo. Él disfrutó, he de decir que pese a ganar su equipo, no dejo de sentir pena por el Zaragoza, pues no en vano es el equipo de su padre y no le desea ningún mal; el chaval hubiese querido que perdiera, pero demostrando coraje y garra.

Yo estuve allí, y tampoco me hubiera importado perder luchando; pero, deportivamente, me sentí humillado como zaragocista, esa fue la única derrota.

PD: Gracias a AUPAZARAGOZA.COM por su web y especialmente por los archivos de audio, que me hacen sentir más próximo a mi equipo y mi ciudad y gracias a RADIO EBRO por sus transmisiones ‘on line’ de los partidos, me gustan hasta los anuncios. Quién lleve tanto tiempo fuera como yo me entenderá bien.

Saludos.

Por KIKO.

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