S.D. Huesca 2 – 1 Real Zaragoza | Crónica

S.D. Huesca 2 – 1 Real Zaragoza | Crónica

L‘otro a debantar

Hoy es el día después de una derrota enjuta. Quizás por eso me viene a la memoria un canto que reconstruye mi niñez, aquellos años de zaraguayos en los que el himno del Real Zaragoza llevaba por título “Sin reblar”. Quienes sepan de qué hablo entenderán que escriba que ayer el equipo cayó víctima de su juventud, de un pudor ineficaz cuando hacía falta osadía y templanza. Quienes no conozcan este detalle, estarán de acuerdo en que nuestros chicos lo dejaron todo en el modélico césped de “El Alcoraz”. En que, en efecto, no reblaron ni siquiera cuando el colegiado les fracturó la mandíbula tras el 2-1. Alma irreductible, se diría.

El de ayer fue el partido más aragonés que he visto nunca, si es que un partido tiene nacionalidad. Eso se reflejó en las miradas atormentadas de los jugadores, que abatieron cualquier atisbo de flaqueza, que acongojaron el silencio de la tristura. Me gustó mucho el partido, porque fue el trago que debíamos beber para seguir creciendo, para convertirnos en ese cuerpo que ya no siente el dolor. Para construir ese torso que no se fija en las heridas, en esa espalda que ignora el peso del miedo. Fue, desde el principio, un magnífico ejemplo de pugna noble en la que el balón corría a las órdenes de las botas zaragocistas.

La SD Huesca honró a sus seguidores y se ofreció, generosa, al combate. Afrontó con gallardía el enfrentamiento. Y con sabiduría. Míchel supo cómo desmembrar las costuras del joven cuerpo zaragocista y les pidió a los suyos que desgarrasen las bandas con diagonales que ni Nieto ni sobre todo Delmás pudieron defender. Así, después de un breve período de contacto, los oscenses comenzaron a llegar al área de Ratón y en uno de esos pases oblicuos, rodeando el minuto 16, un centro enroscado de Eugeni lo remató Guitián en propia puerta. Gol por la escuadra que el VAR deshizo por fuera de juego.

La decisión, justa por milímetros, activó a la grada. Su energía llegó a los corazones de sus muchachos que jugaron unos minutos destacables. Las bandas eran suyas y cada aproximación era una crónica anunciada. Y los heraldos acertaron cuando en el minuto 19 Okazaki, ahora sí, fusiló a Ratón rematando un magnífico centro de Gómez. Gol y euforia. Y apocada respuesta del Zaragoza. El centro del campo era un desfiladero por el que transitaban los azulgranas con una limpieza favorecida por la debilidad de Kagawa, la desubicación de Guti y la opaca visión de Eguaras. Batalla claramente perdida.

Suárez no encontraba su sitio y tan solo Puado y Soro, sobre todo el ejeano, eran capaces de masticar el partido con solvencia. Se vivieron minutos de decaimiento, con el Zaragoza un tanto aturdido y el Uesca martilleando los flancos, débiles y harapientos. Pero el fútbol es un deporte travieso con la razón y juguetón con el corazón. Cuando el partido estaba claramente enamorado del equipo local, Kagawa lanzó una falta directa que golpeó el travesaño de Álvaro, que nada habría podido hacer de ir el balón entre los tres palos. Fue el único gesto diferencial del japonés del Zaragoza, por lo demás abúlico y poco protagonista.

Era el momento en que la afición oscense tuvo que saber sufrir “lo que nadie sabe”, como bien supo expresar nuestra amiga Erika. Era el momento de sujetar el juvenil atrevimiento zaragocista y eso lo entendió muy bien la apasionada afición de Huesca para foguear a los suyos. Okasaka remató un centro de Ferreiro que se fue lejos para bien de Ratón, demasiado estático en esos balones colgados que tanto daño nos hicieron. Y Ferreiro remató fuera otro chut con veneno de acero en la trayectoria. Y la mano de Soro. Dentro del área. Fuera. El penalty. El no penalty. Voluntaria. Natural.

El partido caminaba, mareado por el temporal, acariciado por el sol de invierno hacia el reposo deseado. Y ahí asomó el gesto inconcreto e inesperado . Una contra generada por Puado acabó en los pies y el pecho de Soro, que controló perfectamente y remató con furia de cereal un espléndido gol. Era el empate.

Tras el descanso el partido cayó en seguida del lado oscense. El Zaragoza salió adormecido y eso era una mala noticia, pues en seguida se vio que el Huesca iba a por todas. Pedro López puso a prueba a Ratón, que respondió bien, y poco después Okasaka erró una ocasión nítida con un chut desviado. Habían pasado pocos minutos y los de Míchel gobernaban el bajel con decisión y pericia. No así los avispas, que jugaban amedrentados y con algunos jugadores literalmente en modo off. Uno de ellos, Kagawa, dejó su sitio a Igbekeme, quien trató de reconectar el equipo.

Los minutos pasaban y los dos equipos se mostraron escuetos en su propuesta. Guti lo intentó desde lejos pero sin fortuna y ahí se entró en una fase en la que el discurso se apagó por parte de ambos equipos. Hasta que llegó el minuto 68. Guitián cometió una falta obtusa en la zona de tres cuartos. Su ejecución fue perfecta. Ante la estupefacta defensa zaragocista, Josué Sa remató limpiamente un pase lateral de Mosquera, de nuevo con Ratón afincado en la línea de fondo, su hábitat natural en este tipo de jugadas. El temporal de viento y agua, el sol intermedio y de nuevo la lluvia invernal fueron los símbolos que relatan el partido del Zaragoza. Y el desenlace, el peor posible.

Apenas seis minutos después, Delmás era expulsado por una entrada a destiempo a Sergio Gómez. Difícil empresa para tan poco capital. El Huesca se encontraba cómodo y su latido aún daría para amenazar a Ratón con un cabezazo de Mikel Rico que escupió el poste. Habría sido el 3-1, pero no hizo falta convertir, pues poco después el árbitro expulsó a Guitián por agarrón a Okazaki cuando este enfilaba la carrera hacia Territorio Ratón. De este modo, el partido mostraba su cara más famélica, con apenas 8 minutos por delante y una desigual batalla a la vista.

Los últimos instantes fueron un festival de nervios e imprecisiones en medio de una tormenta de inquietos truenos sentimentales e inestables relámpagos emocionales. Un par de ocasiones desajustadas por parte de los zaragocistas sirvieron para cerrar un partido que recordaremos por mucho tiempo.

Ahora, el descanso para todos y cada uno de los protagonistas de la fiesta del fútbol aragonés. Los del césped, los de la grada y los del placo. Después, continuaremos la búsqueda para volver a encontrar las señales que nos lleven al camino que nos devuelva a casa. A Primera.

Ficha técnica

SD Huesca: Álvaro Fernández; Pedro López (Javi Galán, 64), Pulido, Josué Sa, Luisinho; Mosquera, Mikel Rico (Juan Carlos, 90), Eugeni; Sergio Gómez (Raba, 80), Ferreiro; y Okazaki.

Real Zaragoza: Ratón; Delmás, Guitián, Clemente, Nieto; Eguaras (Javi Ros, 78), R. Guti; Soro, Kagawa (Igbekeme, 56), Puado (Grippo, 84); y Luis Suárez.

Árbitro: Díaz de Mera Escuderos (Comité Castellano-manchego). Expulsó a Delmás con roja directa (75) y a Guitián (81). Amonestó a Pulido (27), Ferreiro (44), Luisinho (46), Igbekeme (59), Luis Suárez (61), Guitian (67) y R. Guti (89).

Goles: 1-0, min. 19: Okazaki. 1-1, min. 45: Soro. 2-1, min. 68: Josué Sa.

CALIFICACIONES

Ratón: 1. Timorato y pudoroso en las acciones clave del partido.

Delmás: 1. No gestionó bien los ataques por banda. Se excedió y le costó la roja.

Guitián: 1. Débil en el corte y lento en los cruces. Sufrió expulsión.

Clemente. 2. Débilmente asistido, trabajó mucho y estuvo correcto.

Nieto: 2. Mejor en ataque que en defensa, donde se vio desbordado.

Eguaras: 2. No logró conectar con los delanteros. Obturado en la combinación.

Guti: 2. Vivió cierta desorientación y no se relacionó bien con el balón.

Soro: 4. Buen partido. Vertical, talentoso y goleador.

Kagawa: 1. Salvo el gesto de la falta al larguero, incapacitado para el juego.

Puado: 3. Buen primer tiempo, donde trabjó mucho y bien. Luego se apagó.

Luis Suárez: 2. Estuvo incómodo y poco eficaz. Luchó pero sin acierto.

Igbekeme: 1. No aportó soluciones. Transmite cierta incapacidad.

Ros: S.C.

Grippo: S.C.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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