Vivencias cíclicas | La Lupa
Real Zaragoza 1 – 2 CD Mirandés
Se define una cicloide como la curva plana descrita por un punto fijo de una circunferencia al rodar sin deslizar esta última sobre una recta. Si en vez de hacerlo sobre una recta lo hace sobre otra circunferencia, entonces se denomina epicicloide. Ambas curvas, junto con otras, forman la familia de las curvas cíclicas, un tipo de curvas que se utilizan en la descripción de trayectorias de piezas móviles de máquinas y mecanismos. Dichas trayectorias pueden repetirse siempre igual, o con ligeras variaciones, unas veces arriba, otras abajo, pero siempre de forma cíclica. Como la vida misma, en la que unas veces estamos bien, otras mal, y nunca parece que nos quedamos mucho en el mismo sitio.
Hace cuatro días, como quien dice, el Real Zaragoza estaba bien, con un equipo fresco, compuesto por nuevos jugadores interesantes y otros de años anteriores. Una plantilla despejada de rémoras y con un entrenador de la casa, querido por la afición y con la experiencia y conocimientos suficientes para el reto a plantear. Se empezó bien la temporada, desarrollando un sistema que, merced a la calidad de algunos jugadores, permitía poseer el control del juego en los partidos. Esto se tradujo en puntos y en un posicionamiento cabecero del equipo. Un mal día, de repente, algo se torció. Un arbitraje extraño, tendencioso y consentidor con las añagazas de los rivales. A ese le siguieron otros arbitrajes oscuros. Sin comerlo ni beberlo el Real Zaragoza jugaba contra otros equipos, y contra algo más. A esto añadimos algunas bajas y la poca consistencia de la segunda línea y tenemos el cóctel perfecto. Varios tropezones seguidos, y el equipo vuelve a los errores en el juego, ya no domina los partidos, y es alcanzado en la tabla por sus perseguidores. Entonces, oh milagro, los árbitros dejan de liarla y ya no parece que influyen. No hace falta. El Real zaragoza ya se ha descentrado. Esta historia, oigan, ya la hemos visto antes…
El partido contra el Mirandés fue un desastre desde el primer minuto A un lado, un equipo recién descendido y en posiciones bajas de la tabla que salió a comerse el césped. Al otro lado, un equipo ramplón que parecía seguir en el calentamiento, sin enterarse de la fiesta. Falta de acierto en el pase, lentitud en movimientos, repliegues nulos…todo ello propició que en pocos minutos los rivales, a base de robar balones y hacer transiciones rápidas, se plantasen varias veces en el área. El pobre Clemente solventaba lo que podía, hasta que no pudo más. En otros tiempos en los que no preocupaba tanto lo políticamente correcto, para este tipo de situaciones existía una expresión coloquial: una auténtica merienda de negros.
Al igual que en el partido en Fuenlabrada, se concedió la primera parte, y se acabó perdiendo. Pero esta vez con un hecho alarmante que hay que destacar. Hasta ahora ningún equipo le había pintado la cara al Real Zaragoza. Eso ya no lo podemos decir. Hay que estudiar seriamente la realidad que tenemos delante: analizar las causas del descenso de rendimiento y aplicar los recursos disponibles. Hay jugadores cansados o lejos de su mejor forma. Pues que descansen. El centro del campo debe recuperar, primero acierto para no perder pases, y luego agilidad colectiva para replegar rápido, y no dejar vendidos a los centrales. Hay cosas que se pueden ensayar. Y piezas que aún no se han usado. Es la hora de técnico.
Mirando la clasificación, es curioso ver cómo a pesar de todo, el segundo puesto sigue a tiro piedra. Con la excepción del Cádiz, todos los demás se están apelotonando. Es triste pensar que el Real Zaragoza podría ser ahora segundo con ventaja, pero consuela ver que ningún otro se ha escapado. Esto ofrece una nueva oportunidad para levantarse y competir por lo máximo. Ayer estábamos bien. Hoy estamos mal. Esperemos que en este cíclico devenir de ansiedades podamos pronto revertir la situación y alzar de nuevo la trayectoria.
Por Ron Peter.
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