Zaragocismo Low Cost

Tras varios, muchos ya, años de infamia, dejadez, deshonra y maltrato constante al Real Zaragoza y su masa social, el Agapitismo dejará sin duda una profunda huella en el Zaragocismo, que solamente el paso del tiempo, mucho me temo, podrá llegar a borrar.

De entre los innumerables “legados” que Agapito Iglesias ha tenido a bien (o a mal, más bien) dejar a los pacientes y vilipendiados abonados y accionistas zaragocistas, destaca la emersión de un nuevo y, hasta la fecha, desconocido tipo de aficionado, el zaragocista low cost.

Viene siendo algo recurrente, desde la fatídica temporada del descenso a segunda división, que cuando empieza a tronar en la vieja Romareda, el club del chiste en el que se ha convertido el Real Zaragoza se acuerde, como dice el refrán, de Santa Barbara, esto es, de su sufrida afición. Y es que, tras una espectacular subida de precios de los abonos, con la manida excusa del incremento de las prestaciones, y por tanto aspiraciones, del primer equipo, el mantenimiento de estos, a pesar del lamentable devenir futbolístico del Real Zaragoza en los últimos 5 años, ha tenido como consecuencia inevitable, a la vez que previsible, una espectacular caída en la cifra de abonados, con la consiguiente pobre imagen dada por el municipal en cuanto a asistencia media a los partidos de Liga.

Este hecho parece que no ha preocupado en exceso a los regidores zaragocistas, capitaneados por el ínclito constructor de origen soriano, el cual no obstante ha contado con la inestimable y necesaria colaboración de otros personajes cuyos nombres no pasarán precisamente a engalanar con letras de oro la longeva y exitosa (al menos hasta 6 años atrás) historia del Zaragocismo.

Bien al contrario, no ha sido extraño escuchar como los lugartenientes del rector de los destinos zaragocistas han tenido la desfachatez de incluso pavonearse de las cifras de abonados que registraba la entidad, a pesar de que estas han ido menguando progresiva y alarmantemente desde hace unos años. Con estos precedentes, es evidente que las continuas reclamaciones realizadas por una parte significativa de la masa social de reducción general del precio de los abonos hayan caído una y otra vez en saco roto.

Pero hete aquí, que la cosa cambia cuando, por estas fechas o incluso anteriores, el primer equipo se mete en los peligrosos puestos de descenso de categoría, y entonces como por arte de magia a los directivos zaragocistas se les ilumina la bombilla y caen en la cuenta de que tal vez la cosa iría más rodada si el ambiente en la grada fuese mayor tanto en número como en animación.

La solución facilonga para resolver el problema: las fatídicas entradas a 5 €. Desde luego la idea no puede ser más inteligente. Ante la crítica que se generaba cuando en épocas pasadas se ponían a la venta al público en general entradas a “precios especiales” por el agravio que suponía para el aficionado fiel, esto es, el abonado, se pone a este último entre la espada y la pared, haciéndole un autentico chantaje al pasarle la patata caliente de elegir entre perjudicarse a si mismo facilitando su abono para la compra de entradas a familiares o amigos o perjudicar al equipo impidiendo crear un ambiente propicio para la consecución de la ansiada salvación (deportiva, claro está).

Parece evidente que la afición ante esta disyuntiva prefiere mayoritariamente facilitar la entrada a pesar del perjuicio que ello le supone, anteponiendo como hace siempre el bien de la entidad al suyo propio. Esto sin embargo no debe hacernos pensar que las entradas a 5 € son plato del gusto del abonado zaragocista, bien al contrario parece más bien algo como las lentejas, si quieres las comes y si no las dejas.

La caída en la cifra de abonados, que según el eviterno Secretario General del Club asciende en esta temporada a la mágica y redondísima cifra de 21.500 (prueba más que palpable, en mi opinión, que no responde a la tozuda realidad) no es más que la consecuencia del maltrato continuo al que se somete al aficionado más fiel. Las entradas a 5 € no son más que una de las manifestaciones más claras de dicho maltrato.

No entraré a valorar a los que ya se ha venido en llamar “Cincoeuristas”, puesto que como en todo colectivo amplio habrá de todo como en botica. Desde luego podemos encontrar personas cuyos recursos económicos no les permiten afrontar el alto gasto que supone adquirir un abono a principio de temporada, menores, familiares de abonados y un largo etcétera de tipologías de personas y explicaciones de porqué asisten a La Romareda cuando los precios bajan a esos niveles, y en contra no lo hacen el resto del tiempo.

En todo caso tampoco podemos ni debemos ponernos una venda en los ojos y negar que entre los miles de personas que se benefician de estos precios “especiales” nos encontramos con un nutrido grupo de sujetos a los que el fútbol y el Real Zaragoza se la trae al pairo. No se trata de repartir carnets de zaragocismo, pero es más que evidente que con este tipo de iniciativas la SAD está consiguiendo, año tras año, expulsar de La Romareda a la masa social más fiel y que tantas décadas se tardó en conseguir, a costa de abrir las puertas a aficionados con menor apego a los colores blanquillos y menor compromiso por la marcha de la entidad.

Sin duda el Real Zaragoza debiera tener como objetivo primordial mantener un nivel alto de asistencia en el coliseo zaragocista, pero no cuando vienen mal dadas, sino a lo largo de la temporada y de manera sostenida en el tiempo. Es lógico que facilite la entrada a menores, familiares, jóvenes, parados, jubilados, estudiantes o niños pertenecientes a los equipos de fútbol base aragonés. Pero lo que no tiene ningún sentido es hacerlo a costa del abonado, que termina siendo el pagano de todo.

Para llenar La Romareda la receta es sencilla. Política de abonos a precios razonables acordes a la situación económica y social general y a la pobre marcha del equipo en los últimos años. No vale realizar “descuentos especiales” a determinados colectivos (como las peñas) de manera cuasi-secreta sin que estas rebajas encubiertas en el precio lleguen al resto de la masa social (mayoritaria por otra parte) o que los precios bajen solamente cuando el abonado ya no tiene marcha atrás y se ve en el callejón sin salida que suponen las entradas a 5 €.

Por ello el club no debe continuar fomentando ese Zaragocismo Low Cost ni un día más, sino mimar y primar a sus abonados, la afición más fiel, la que siempre está, en las duras y en las maduras y sobre las que se sustenta, como no puede ser de otra manera, la continuidad y el futuro de la entidad.

Por Darklord.

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